viernes, 28 de septiembre de 2007

Grishka Holguín... El maestro (1922-2001)

Revisando entre mis escritos, conseguí este texto que escribí en septiembre de 2001, a propósito de la partida física de mi maestro: Grishka Holguín. Y lo reproduzco a propósito de que en estos días he pensado mucho en él, y en cada uno de los bailarines y profesores de Pisorrojo, agrupación de danza de la Dirección de Cultura de la UCV, que hoy cuenta con veintiséis años, aún recuerdo cuando celebramos los quince años.

Le regalo esta reflexión a mis hermanos los Pisorrojenses, a quienes recuerdo con mucho cariño, con quienes compartí uno de los momentos más felices de mi vida. Ellos son: Carlos “Gato” Machado, Franklin Bottini, Richard Pedra, Dixon Mena, Ailed Izurieta, Betzabeth Correa, Milagros González, Melibay Ocanto, Mireya Cruz, Ana Cristina, Penélope, y mis siempre amados que hoy no están con nosotros: Laureano Maroa y Pedro Marroquín.

Los amigos cercanos con quienes también compartimos, bailaron como invitados o trabajaron de alguna manera en el grupo durante esa época: Daniel Wakstein, Elio Martínez, Carmen Ortiz, Rafael Betancourt, Daniela Pinto, Alex, Rafael, Omar, Malala y los percusionistas Hilda y Carlos Rojas.

Ofrezco mis respetos y reconocimiento a dos personas con quienes aprendí muchísimo, que lucharon durísimo para desarrollar las producciones de la agrupación a lo largo de los 90, y como alguien me dijo en estos días, contribuyeron para que Pisorrojo tuviera “un momento histórico que marcó una pauta”, los maestros Adolfo Ostos y Moravia Naranjo.


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Grishka Holguín... El maestro (1922-2001)

¿Cuál es la diferencia entre un profesor y un maestro? Se me ocurre pensar que Grishka Holguín es la respuesta.

Era aún adolescente cuando me enteré, a través de un artículo periodístico, sobre la existencia del maestro Grishka Holguín. En dicha nota él era resaltado como el pionero de la danza contemporánea en Venezuela, en la cual además invitaban a los jóvenes a formar parte del grupo Pisorrojo de la UCV. Era principios de los noventa. En aquel entonces no podía imaginarme que años más tarde estudiaría con Grishka y mucho menos que bailaría sus últimas coreografías.

El legado de un pionero

En este año 2001, el Taller Experimental de Danza “Pisorrojo” de la Universidad Central de Venezuela arriba a su XX aniversario, agrupación re-bautizada en 1981 por Grishka Holguín con el nombre de “Pisorrojo”, satirizando el color del piso del pasillo que sirve aún como salón de clases. Esta agrupación universitaria, actualmente dirigida por el maestro Adolfo Ostos, constituye el último centro de formación y creación artística dirigido por Holguín, luego de una carrera de más de 50 años de vida artística.

En 1948, Grishka Holguín fundó el Teatro de la Danza, primera compañía venezolana de danza contemporánea. En 1960 creó, y dirigió junto a Sonia Sanoja, la Fundación de Danza Contemporánea. En 1967 lideró el Teatro de la Danza Contemporánea; y finalmente en el año 1976, fue invitado a reactivar el Taller Experimental de Danza de la UCV.

Un centenar de coreografías

Sinfonía en tres movimientos (1948), Medea (1959), Banshee (1964), Prólogo (1970), Conjuro (1984), Adagio para un vampiro (1989), Pedestal (1990), Terra Cotta (1992), más recientemente, y tal vez sus tres últimas creaciones, Flash back (1994), Idea fija, (1995) y Petroglifos (1996), son algunos de los títulos que forman parte de la inmensa lista de coreografías, casi un centenar, creadas por el maestro Grishka y desarrolladas a lo largo de su fructífera labor como bailarín, coreógrafo y docente. La música utilizada para sus coreografías viaja por la discoteca universal, desde Peter Grabriel, pasando por Antonio Lauro, Beethoven y hasta Klaus Nomi.

“Estas obras de danza, al igual que la música, no relatan una historia ni siguen un programa preciso. En algunas se utiliza la magia como motivación general (magia en el sentido de la imaginación). Pero en cada una de ellas existe una motivación muy definida de la cual surgen los movimientos. Nos agrada pensar que trabajamos como escultores, utilizando el cuerpo como materia prima”, Grishka Holguín.

Durante el montaje coreográfico, los bailarines debíamos tener los sentidos bien abiertos para poder captar con rapidez lo que él quería. Grishka tenía la habilidad para hacer que cada cual sacara lo mejor de sí, sin importar su dominio de la técnica ni sus condiciones físicas. El maestro permitía que los ejecutantes bailáramos con total libertad de expresión e interpretación, sobre la base de los movimientos estructurados. Él dejaba que los bailarines sacáramos esa energía inexplicable que experimentamos cuando bailamos verdaderamente, el “duende” en términos flamencos.

Más allá de la danza

Cientos de bailarines y profesores de danza contemporánea venezolanos, de distintas generaciones, pasaron por las clases del maestro Grishka Holguín. Pero me atrevería a afirmar que fuimos nosotros, los Pisorrojenses de la década de los noventa, quienes tuvimos la valiosa oportunidad de recibir, y disfrutar, el extracto divino de su enseñanza.

Grishka Holguín era una especie de “Lord inglés”. Él tenía una personalidad ecuánime caracterizada por un particular humor negro y sarcástico, el cual siempre abría espacio para admirar la belleza y sublimidad de la vida, de lo cotidiano.

Aún puedo visualizar al maestro con su chemise blanca, pantalón de mono, medias blancas, sus zapatillas cortadas en las puntas y sentado en su silla negra de director de cine, dando clases en Pisorrojo al ritmo de la percusión en vivo. Más allá de la danza y la técnica... Grishka nos enseñó a tener disciplina, puntualidad, amor por el trabajo, respeto y seguridad. Nos hizo entender que la formación del cuerpo debía ir acompañada de la formación del intelecto. Él tenía la habilidad para entender, sin palabras, los cambiantes estados de ánimos de los bailarines, y en esa medida, exigir lo necesario.

Eliana Quintero. Integrante del Taller Experimental de Danza “Pisorrojo” de la Universidad Central de Venezuela entre 1991-1997. eliquin@hotmail.com

4 comentarios:

Anaiz Quevedo dijo...

Que bello escrito Eliana. Recuerdo al maestro porque sabes que como guia del Aula Magna uno bajaba y se topaba con Pisorrojo. Había olvidado algunos detalles que tu con esa magia especial que tienes para contar las cosas me has hecho recordar.
Tuviste la fortuna de conocerlo, de hacer tu sueño realidad y de tener la dicha de poder evocar esos momentos de entrega y aprendizaje que se obtienen de maestros como él.
Es hermoso poder rememorar eventos en nuestra vida especiales como el que viviste en Pisorrojo. Eso nos da a entender dos cosas, la Vida es como un viaje en tren, nos entamos a veces junto a grandes seres que en ocasiones se bajan del tren primero que nosotros. Nos entristece su partida pero nos alegra saber que al menos pudimos toparnos con ellos. Y lo segundo tiene que dar alegría saber que la adolescente que un día soñó bailar con el maestro cumplió su cometido.

ABRAZOS tu amiga siempre
Anaiz Quevedo

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Me resulta muy conmovedor tu escrito porque, aparte de lo bien hecho que está, evoca momentos muy especiales de mi vida, aunque sea de forma indirecta. Nos tocó vivir cosas similares, no?
En ese período, para ser exactos, a partir de el año 1992, empecé a tomar clases como alumno regular en el Instituto Superior de Danza (ahora universitario)y en el Taller de Danza de Caracas, sitios en los que la imagen y legado del maestro Grishka eran ineludibles y amables para todos mis profesores, sino por haber sido alumnos de él, al menos por haberlo tenido como referente.
También ese año empecé a estudiar en la Escuela de Artes de la UCV, (tan ansioso estaba de creación, arte,conocimientos, gente!), y Pisorrojo se hizo entonces absolutamente presente en mi imaginario: por la cercanía geográfica, por tener compañeros que iban también a hacer clases en ese bonito lugar, por la magia y sonoridad de su nombre y por mantener una relación muy cordial y nutritiva con gente como Fito, Moravia (entregados en alma a "ser pisorrojo"), Ailed y tú misma Eliana, con quien coincidía en el Taller de Danza, a veces por los recovecos de la universidad y otras en cualquier evento culturalcomo ávidos espectadores.
Tuvimos la fortuna de ser adolescentes en una época que todavía flotaba en una efervescencia cultural y artística, llena de grandes eventos y maestros.... Enrique Porte, Grishka Holguin, José Ignacio Cabrujas, Juan Carlos Gené, Carlos Giménez, Román Chalbaud, "el Negro" Ledezma, Isaac Chocrón, Vicente Nebreda y un larguísimo etcétera que podríamos pasar un buen rato llenando.
De hecho, en el año 95 entré en el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela (el "tenejota" como se le conocía) y allí estuve durante cinco años haciendo grandes montajes, recibiendo formación continua y además recibiendo un sueldo con el que podía ganarme la vida. No era lo más común, lo sé, pero podíamos soñar con dedicarnos por entero a una disciplina como la danza o el teatro (si de verdad queríamos y estábamos dispuestos a asumir cierta cuota de "sacrificio", claro!)
En fin qué delicia de recuerdos, casi se pueden saborear, verdad Eliana?
Viva el maestro Grishka y vivan todos los maestros que pusieron sus miradas en nosotros para que creyéramos en que ser excelentes tenía sentido. Gracias.
Recibe un fuerte abrazo desde Barcelona, España.
Martín Brassesco.

Eliana Q dijo...

Gracias Anaiz y gracias Martin por tan cálidas palabras...
Eliana