Este fin de semana largo, Nova y yo la pasamos riquísimo, tras la invitación que nos hicieran a su casa nuestras queridas Maigualida Ocaña y Miranda, su pequeña hija y amiguísima de la mía, acompañadas de la madre-abuela Negda Ortiz, una señora sabia y encantadora, nacida en Cumaná y madre de cuatro hijos.
A Maigua la conocí en el 2001, cuando compartimos escena, ella en el papel de La Pitonisa y yo El Fuego, en el montaje extraordinario de "La Transformación", experiencia teatral-sensorial en los espacios abiertos del Teatro Alberto de Paz y Mateos, en el marco del "1er. Encuentro de Nuevos Directores 2001", dirigido y producido por Celsa Castillo, otra buena amiga a quien años más tarde invité a bailar en mi espectáculo “Chavorí Calí” en el Teatro Municipal de Caracas.
Y es que ese primer encuentro con Maigualida, en un contexto tan surrealista y mágico marcaría la pauta para lo que vendría, una amistad que se ha fortalecido en el tiempo debido a coincidencias en gustos, amigos en común del medio artístico y vivencias locas a montón.
Un año antes, en el 2000, trabajamos juntas y sin conocernos. Yo era la coordinadora de prensa del Ateneo de Caracas y me tocó promover el lanzamiento del disco: “Cadáver Exquisito. En vivo desde la Terraza del Ateneo”. Y cuyo bautizo se hizo con tremenda fiesta-concierto en la Terraza del Ateneo, donde no cabía un alma, fue demasiada tripa. Recuerdo que la gente del antiguo Hotel Caracas Hilton, que está al frente, llamó para reclamar que los huéspedes no podían dormir de lo durísima que estaba sonando esa mega rumba.
La voz femenina de esa noche y de ese disco era mi pana Maigualida Ocaña, “La exquisita, varona y devoradora de hombres”, como también se le conoce. Quien además de actriz es la mejor cantante de salsa que ha parido esta tierra, y que acababa relativamente de llegar de España, donde vivió un buen tiempo, realizó dos postgrados y giró por toda Europa y Egipto cantando salsa y actuando.
Tiempo más tarde, en el 2004 coincidimos en la avenida Las Palmas, en Los Caobos. Resulta que éramos vecinas y no lo sabíamos. Luego nuestras pequeñas comenzaron a compartir la misma guardería, nosotras a visitarnos con más regularidad y hoy me atrevería a afirmar que quienes son las mejores amigas son ellas: Nova y Miranda.
Un día mi prima Patricia, quien vive en Los Ángeles, Estado Unidos, me llamó por teléfono para preguntarme, entre otras cosas, que si yo conocía a un grupo venezolano de salsa llamado “Cadáver Exquisito” y su cantante Maigualida Ocaña, que estaba sonando en todas las radios y causando furor en la comunidad latina de aquellos lares. “Por su puesto, si esa es mi pana”, le contesté con alegría. Todavía recuerdo la cara de asombro de la Maigua, con los ojos bien pelados, cuando se lo conté, jjajaajajjajaaj.
Y es que no me sorprende la euforia de ese público, porque cuando esa mujer con ese vozarrón se monta en escena, se transforma y todo el mundo tiene que verla y escucharla.
El año pasado, aprovechando que Nova estaba de vacaciones en Puerto Cabello, y yo tenía ganas de escuchar música en vivo y bailar salsa, llamé a la experta en la materia. Durante dos noches recorrimos todos los lugares de música exquisita y de salsa de Caracas, fuimos a: El Maní es Así, Juan Sebastián Bar, Rumba y Salsa con Aché, otros que no sé los nombres, y terminamos en el más underground: Tío Pepe, donde descargan los músicos luego que han terminado de tocar en otros sitios y la gente baila salsa espectacularmente, como yo nunca había visto en mi vida.
Esa noche, tuve la dicha de ver a “La Exquisita…” en acción. Por donde íbamos pasando, ella sacaba el chequeré y el güiro, subía al escenario, porque además todos los músicos caraqueños la conocen, agarraba el micrófono y le entraba un espíritu que la convertía en una diva latina espectacular. Y por su puesto, la posterior ovación del público. Esos dos días de salsa y rumba nunca se me van a olvidar.
Este fin de semana Maigua me contó, y me autorizó a escribir algo pero no mucho, sobre su nuevo proyecto. Se trata de una producción discográfica como solista, con el patrocinio de la Fundación Claudio Perna. La sorpresa es que el repertorio es de música tradicional venezolana, pero no la que comúnmente conocemos, es una mucho más ancestral y que se relaciona con sus trabajos de investigación en el ámbito educativo. No puedo decir más, pero más adelante daré detalles cuando la producción esté lista.
Te auguro muchos éxitos y que la energía del cosmos te acompañe en esta nueva aventura, amiga Maigualida Ocaña.
1 comentario:
Caramba Eliana, que reseña tan buena, no soy tan ducha bailando salsa y de sólo leer me provoco ir a bailarrrrr
Maigualida Ocaña, vaya ella es un gran valor venezolano que hay definitivamente que promover para que no sólo los amantes de la buena música la conozcan sino todos hasta los que no saben "echar un pie".
Aunque como mencionas es conocida en rincones que ignoramos es preciso que sea reconocida con fuerza en el país , para conchale empatarnos en una de alegría y desestresarnos.
Gracias por esta reseña tan noticiosa y musical
Anaiz Quevedo
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